26 mayo 2012

RECUERDOS Y AÑORANZAS



            La infancia, es una etapa que deja en las personas  una marca indeleble de algunas o casi todas las vivencias que nos acontecen en ese único y maravilloso tiempo de la niñez. Almacena en nuestra memoria una serie de recuerdos que, a lo largo de nuestra existencia irán aflorando a nuestra mente en los momentos más inesperados. Algunos de ellos nos acompañarán casi permanentemente, otros, tendrán una aparición esporádica o con una cadencia de intermitencia mas o menos larga y, algunos, se nos presentarán espontáneamente sin pedir permiso y sin que sepamos bien el porqué de su presencia, y sin embargo, nos resultará grata su compañía.
         La complejidad del ser humano tiene estas cosas. Cuando menos te lo esperas, aparece uno de aquellos recuerdos que guardabas en el baúl y te hace revivir aquellos maravillosos momentos que son los dulces recuerdos de la niñez. Ese es mi caso. Viví una infancia feliz en un lugar para mí maravilloso, del que guardo los más gratos recuerdos que me premian con su visita y me refrescan la memoria reconfortándomela.
          Últimamente, como consecuencia de una amena charla telefónica que mantuvimos Manolo, (el jefe de la Wed) y yo, los recuerdos de mi infancia me visitan más asiduamente, no sé si es porque a cierta edad, retorna uno a sus orígenes, o porque me ha invadido la nostalgia, pero, lo cierto es que me acuerdo más que nunca de todo aquello que rodeó mi vida hasta los catorce años que partí del pueblo. Pueblo que siempre he llevado guardado en lo más profundo de mi ser. En este pueblo, que para mí es el más maravilloso del planeta que habitamos y, no tiene par, jugábamos los niños (la niñas no) a la Brinca, al Marro, a la pelota a mano en el frontón y nos pegábamos cada guarrazo tanto al tirarnos como algunas veces al bajar o caernos. No quiero reflejar aquí los piropos que me echó  Agapito que, e.p.d., un día que jugábamos a la brinca en la pared que está frente al frontón, cuando al tirarme y saltar, le di involuntariamente una patada con el talón del pie en la cabeza, cosa bastante frecuente en muchachos tan poco finos como entonces éramos nosotros; pero, este detalle, me ha permitido recordar lo bien que nos lo pasábamos. ¡Qué tiempos tan maravillosos...! y ¡Qué lástima que no esté Agapito ahora para recordarlo...!
          Lo cierto es que, si lo miramos con optimismo como deberíamos ver y vivir la vida, podemos revivirlos y disfrutarlos tantas cuantas veces queramos. Es cuestión de enfoque.
          Estos juegos,  como las canicas, la peonza, ir a buscar nidos, etc. desafortunadamente están desapareciendo, aunque permanezcan latentes en la memoria de aquellos que como yo, ya nos estamos aproximando a la meta, y que en las próximas generaciones solo se conozcan como piezas de museo o, lo que el viento se llevó, pero que fueron nuestra viva, alegre, ingenua y divertida infancia.
A pesar de que tuve que marchar del pueblo en año 1.954, al finalizar la escuela, (la escuela  grande claro) me resulta grato recordar hechos acaecidos en mi estancia en La Zarza, así como algunos inolvidables lugares y rincones que siempre los he considerado típicos por su originalidad y prestancia que le dan personalidad al pueblo.
Conservo en el recuerdo algunas costumbres como “los gallos” o correr los gallos, y comprendo que en ciertos sectores de la sociedad no se entiendan por su crueldad, pero, tan cruel es matar así a los gallos como a los toros en la plaza, también por divertimiento; los pollos, cerdos, vacas, terneros, corderos, etc, etc, en los mataderos, (si bien en estos casos no es para diversión del vecindario, sino para la alimentación humana) o, ir de pesca con la caña y dejar morir lentamente agonizantes en la cesta los peces pescados y heridos por el anzuelo, y que yo sepa,  nadie se escandaliza por ello, por no hablar de la caza y matanza despiadada de las focas, ballenas y otras muchas especies que, solo para enumerarlas se necesitaría un libro entero. Con esto, no quiero defender la injustificada y cruel matanza del gallo, (entre otras cosas, porque soy ecologista y acérrimo defensor de los animales, de todos) sólo quería citar de paso, otras actividades tan ingratas o más que la tradicional costumbre de correr los gallos zarceños en las fiestas típicas del pueblo  sin intención de polemizar, pero con el ánimo de conservar la tradición que forma parte importante de la historia de La Zarza y no es cuestión de perderla si hay solución. Y, sin duda, la hay. Ya me manifesté a este respecto en esta misma sección de sintonía el 15 del pasado mes de marzo en un artículo titulado “Correr los Gallos”
A mi, personalmente me ilusionaban las carreras de gallos. Para los pequeños, “los gallos” era una fiesta esperada con ilusión. Los recuerdos de mi infancia que guardo respecto a este espectáculo, me han acompañado en mi peregrinar por la vida y afloran a mi mente con frecuencia, especialmente cuando veo o leo algo relacionado con las viejas costumbres arraigadas en algún pueblo, que, o bien por la televisión, o bien por otro medio de comunicación llega hasta mí. Sé bien que defender esta tradición en la que para diversión de unos cuantos hay que sacrificar salvajemente a un animal, está fuera de todo razonamiento y, no es mi intención convertirme en abogado del diablo, y más, siendo como soy defensor de los animales y del ecosistema; por eso, y porque la lógica lo desaconseja, es por lo que desde mi punto de vista, se debería buscar un sustituto que se asimile a esa vieja y arraigada costumbre de correr los gallos, y al mismo tiempo llenara el vacío que ésta dejó, volviendo a nuestra fiesta y nuestra tradición.
Otro recuerdo muy agradable son las capas de grueso tejido que los munícipes se ponían en los acontecimientos más importantes, tanto religiosos como paganos. Esas capas que con su tipismo, prestancia y,  por qué no, también elegancia y señorío, se me antojaban de una majestuosidad tal, que, para un niño de mi edad en aquel entonces, era fuera de lo normal, más bien excepcional, ver vestidos de esa forma a los mandamases del pueblo dándose importancia de autoridad, me sonaba a superioridad y  para mí era todo un acontecimiento.
Cuando en las fiestas de San Lorenzo u otras festividades casi siempre de carácter religioso, el Alcalde, Juez de paz, y resto de Concejales ocupaban los bancos de la iglesia a ambos lados del altar y el Juez y el Alcalde lucían el bastón de mando, recuerdo que los chavales comentábamos lo guapos que eran esos bastones, la vara del Ayuntamiento como la llamábamos. No sé si se seguirá esa tradición de acompañar los munícipes y el Juez  de paz en las fiestas religiosas al sacerdote que celebra la misa en la iglesia parroquial, pero en mi infancia era  normal que, endomingados y ataviados con sus capas ocuparan los bancos que durante el resto del año no estaban destinados a esa finalidad. Tampoco sé si en la iglesia, actualmente,  siguen estando separados los niños de las niñas, los mozos de las mozas, los hombres casados de las mujeres, ocupando bancos distintos; espero que no, porque esa arcaica manía de entonces que tenía el sacerdote de mi tiempo, -del que por cierto guardo muchos y agradables recuerdos, aunque sé que un buen número de compueblanos no comparten esa opinión- hoy, no  parece de recibo; pero en mi mente, permanece latente el recuerdo de esas vivencias tan gratas par mí de los años de la infancia que se fue para nunca más volver. Pasó como el viento ahilado que nos deja el recuerdo de su paso. ¡Grato recuerdo por cierto!
Las embarradas calles del pueblo que cada vez que llovía, algunas eran un autentico barrizal. Recuerdo bien que, entre otras,  la calle de la casa del cura, (la casa parroquial) justo a la altura de la puerta de entrada, que había una larga hilera de piedras a modo de acera para poder pasar por encima sin embadurnarse uno mucho, que algunas se movían cuando pisabas encima y, si no guardabas bien el equilibrio, te bañabas en el abundante barro que se hacía al paso de los carros y demás animales que iban a abrevar al pilar procedentes de esa parte del pueblo.

EL PILAR
Uno de mis más arraigados recuerdos es el pilar; tal es así, que cada vez que he ido al pueblo, lo primero que he hecho es beber agua de los dos caños. Recuerdo que, en  la penúltima vez que visité la Zarza, (todavía no había agua corriente en las casas, ni el pilar estaba encarcelado entre rejas) iba camino de Pereña hacia Fermoselle, me detuve y paré el motor de mi coche para bajarme a beber agua de los dos caños como tantas veces lo hiciera en mi infancia. Había, como de costumbre, algunas mujeres llenando sus cántaros y, cuando una de ellas, amablemente me dejó beber agua después de llenar uno de sus dos cántaros, me aparté un poco y esperé para beber del otro caño cuando me tocara la vez, y la buena mujer me preguntó si tanta sed tenía para volver a beber, pues ella ya había puesto bajo el caño la otra cantara; cual fue su extrañeza, cuando le dije que necesitaba beber de los dos caños porque sino no podría continuar el viaje hasta mi destino. La compueblana se quedó extrañada, me miró un poquito de reojo y me imagino que pensaría: ¡lo raras que son algunas personas...! Pues bien, si por casualidad leyera esto, desde aquí le quiero agradecer su comprensión y la gentileza de permitirme beber agua antes de terminar su vez. Ahora ya sabe el motivo por el que tenía que beber agua de los dos caños, porque lo hacía cuando era niño, y, después, cuando era niño grade, quería hacer lo que hacía de niño pequeño, o quizá, es que necesitaba seguir haciéndolo. Estoy seguro que ahora sí que lo entiende. La paisana no me conocía, y desafortunadamente para mí, yo tampoco. Y lo siento, porque en aquélla circunstancia no podía entretenerme mucho para charlar un buen rato con todas las que esperaban para llenar los cántaros (o cantaras) y recordar los tiempos de la infancia que, a juzgar por las apariencias, alguna era de misma edad y, posiblemente familiar lejano.

LAS POZAS
Son muchos los recuerdos que guardo de Las Pozas, de las veces que jugábamos los chavales allí, de cómo nos entreteníamos con el agua que bajaba desde el pilar y lo divertido que nos resultaba poner en la salida de la corriente, una especie de aspas que hacíamos de madera u hojalata con nuestro equipo completo de herramientas (la navaja) para que giraran al paso del agua.
De Las Pozas siempre me he acordado con frecuencia a lo largo de los años, pues como he sido, -sigo siendo- defensor de conservar los monumentos y viejas construcciones, sobre todo las que como Las Pozas, encierran un pasado tan significativo del quehacer de nuestros tiempos y de cómo nuestras mujeres con tan artesanal sistema de lavado, conseguían blanquear la ropa como no es capaz de hacerlo la más moderna y sofisticada de las lavadoras; si bien, justo es reconocerlo, el sacrificio que ello suponía era de un considerable calibre. De todas formas; muchas gracias a la lavadora actual y bienvenida sea.
Es una verdadera lástima que hayan desaparecido las pozas, pues, sin lugar a dudas, es uno de los más emblemáticos monumentos que le quedaban al pueblo del pasado y, se deberían haber conservado, ya que, su mantenimiento como tal, no resultaría nada oneroso, y, no parece de recibo que tan simbólico y original monumento se haya de enterrar por falta de visión artística y política. 

EL POTRO
Un capítulo aparte es “el potro” que se hallaba ubicado en el Cotorro. Era nuestro gimnasio; allí subíamos, bajábamos y hacíamos las mil y una filigranas, retorciéndonos y colgándonos de las maderas y piedras, más bien lastras de que estaba construido. ¡Qué lástima que haya desaparecido!
Era un monumento emblemático como pocos de la historia zarceña, de cómo los antiguos se lo montaban para dominar al ganado y lograr herrar tanto a reses como caballerías, cuando eran remilgas a esa labor. En el potro del Cotorro hemos jugado todos los niños del pueblo. Recuerdo bien su construcción, con esas grandes piedras verticales y gruesas maderas inclinadas a modo de pilares sobre las que, en la parte delantera se ubicaba el yugo en el que se amarraban los animales para controlarlos. Cuánto siento su desaparición. ¡Ojalá,! si la situación económica municipal lo permite, algún día se haga una reproducción para que quede en la historia del pueblo el recuerdo del pasado tan significativo que supone el potro del Cotorro que, tantos y tan buenos servicio prestó a los zarceños y con tan poca consideración se ha tratado por parte de las autoridades municipales, al permitir su absurda e innecesaria desaparición del lugar que durante tantos años había sido un simbólico emblema para el pueblo; siendo como lo era, una parte muy importante del patrimonio cultural municipal de La Zarza.

LA ESCUELA DE PÁRVULOS
La escuela chica, posiblemente sea el más, o uno de los más y mejores recuerdos que siempre he conservado con cariño y esmero. La Patro, “la maestra de todos,”  esa ejemplar mujer que empleó todo su ser y su saber a las niñas y niños del pueblo con tal ahínco y dedicación exclusiva, que, merece todos los respetos y reconocimientos por parte de los que fuimos favorecidos por su encomiable labor educativa. Desconozco si todos los pueblos en aquel entonces tenían una maestra para los párvulos  como ella, ni tampoco sé si todos los niños de los pequeños pueblos como el nuestro, tuvieron la suerte de aprender a esa edad lo que aprendimos en la escuela de párvulos con Patrocinio. ¡Lastima que no fuese igual cuando íbamos a la de los mayores! que, cambiábamos más de maestro que de casulla el sacerdote. En la Casa Social Católica, (ca-li-to-ca-al-ci-so-sa-ca) sede de la escuela chica, aprendimos a contar, a leer, a cantar y un largo etcétera, todo sin libros, sólo con la habilidad de la maestra, “La Patro”. Seguramente, todos los de mi edad, un poco mayores y más jóvenes, recordaréis con nostalgia los cánticos en forma de letanía que todos nos aprendíamos de memoria; tanto a contar con el sistema de las bolas, como las provincias de España, los días de la semana, los meses del años y demás, siempre utilizando el libro mágico de la voz; ese don del que nos ha dotado la naturaleza, (la palabra) y, no siempre lo sabemos aprovechar y utilizar adecuadamente, pero que, en la escuela chica o de párvulos, fue la mejor y única herramienta empleada para nuestra enseñanza infantil, siempre con esa retahíla en forma de sonsonete que, a base de repetir y machacar, logramos aprender.
No sé si los zarceños-as de mi generación, que fuimos favorecidos por su enseñanza, estaréis de acuerdo en que a Patrocinio habría que hacerle un homenaje, aunque sea a título póstumo, ya sea dedicarle una calle, una plaza, una placa conmemorativa en algún lugar destacado de la población, un pequeño monolito o cualquier otro, que permita el permanente recuerdo a tan ilustre persona, inmortalizando su grato recuerdo y su paso por nuestras vidas, agradeciéndole la labor que hizo con nosotros siendo unos niños, en unas circunstancias bien distintas de las actuales. No sé si mejores o peores, pero para mí extraordinarias; cuando la situación debido a la posguerra, era en nuestro pueblo, y no sólo en nuestro pueblo poco generosa, por citarla de alguna manera.
No sé donde habrá ido a parar el Ábaco o bolero con el que aprendimos a contar, pero, lo que sí sé seguro, es que, es una reliquia digna de conservarse. Un lugar ideal para guardarlo, (entre otras muchas cosas)  sería un museo zarceño, en el que se recopilaran los recuerdos, aperos, trastos y demás utensilios de labranza, costumbres y existencia que caracterizaron el pretérito zarceño, cosa que, si hay ganas de mojarse, tampoco sería nada complicado conseguirlo con un poco de paciencia y buena voluntad, ni requiere un gran esfuerzo, ni económico ni físico, y el prestigio que le daría al pueblo no tiene precio; y,  estoy convencido de que hay gente del pueblo a la que no le importaría colaborar desinteresadamente, pero poniendo mucho interés en ello. Es cuestión de visión de futuro y ganas de hacer las cosas bien y a favor de la tierra que nos vio nacer. Para ello, se requiere la colaboración desinteresada de todos los zarceños-as de dentro y fuera de La Zarza, pues, también los ausentes, pueden y deberían (deberíamos) prestar aquí un buen servicio si la voluntad no les falla; aunque sólo sea con ideas cuando no se pueda de otra manera. Un museo, le da personalidad a cualquier población por muy pequeña que sea. Es cuestión de pensarlo, estudiarlo y proponérselo a la autoridad competente, o bien a través de alguna entidad cultural o peñas que le resulte atractiva o acertada la idea; si bien, deberían  ser  los representantes políticos los que asumieran el proyecto como cosa lógica. Quizás no fuera un mal lugar para ubicarlo, el antiguo Ayuntamiento y el local contiguo que queda debajo de la escuela, que, si mal no recuerdo, en mi infancia se decía que era la cárcel, que junto con la vieja escuela grande que está en el piso superior, podrían constituir los tres espacios, un lugar suficiente para guardar los recuerdos de nuestros antepasados. Sugerencia para el nuevo gobierno municipal.

LA COSECHA
La cosecha era y sigue siendo lo más importante en el desarrollo económico del pueblo, si bien en la actualidad no es como en tiempos pasados que suponía un más que considerable esfuerzo humano para su recolección.
Imagino que en la mente de todas las personas de mi edad, -como en la mía- se albergan los recuerdos de la siega, la acarrea, la trilla y recogida del grano para llevarlo a la panera. Esos majestuosos carros cargados de manojos prendidos en los estarujos que, antes habían sido hacinados en las tierras  camino de la era; las parvas, los trillos-trillas -que han desaparecido como por encanto y  han ido a parar a manos de unos cuantos especuladores que, mediante Internet y otras formas,  los están vendiendo a precio de oro, cuando los compraron a duro la docena- y demás aperos que se utilizaban para separar la paja del grano, esperando que el viento fuera favorable y no llegara la lluvia cuando todavía este, estaba sin ensacar en los costales. Los carros con sus redes cargados de paja encalcada a tope para que cupiese más, que en esa etapa eran más altos por las cañizas laterales que se les ponía como complemento encima de las cartolas....
La estampa de los segadores camino del corte con sus gorros de paja, los dedales de cuero, las hoces bien afiladas colgando del cinturón, y una buena dosis de resignación por el esfuerzo que les esperaba al llegar a las tierras; son recuerdos que no se olvidan nunca por muchos años que pasen, pues forman parte de lo que somos y hemos sido, por suerte para los que  pudimos vivirlos, pues las gentes de ahora, -nuestros hijos y nietos- pocas de esas vivencias tendrán cuando lleguen a la edad de aquellos que tuvimos la suerte de que formaran parte de nuestra infancia. Grata infancia por cierto.
Recuerdo bien  la primera trilladora que hubo en el pueblo, (posiblemente en el año 1.952 o 1.953,  no lo recuerdo exactamente, pero por ahí anda) que la compraron los hermanos José María y Santos, (además de algún otro socio más que ahora no recuerdo) y todos los chavales íbamos a mirar como trillaba aquel armatoste que era inmensamente grande y tenía una correa de transmisión que iba de punta a punta de la máquina. Nos parecía todo un acontecimiento y lo celebrábamos con cierta ilusión por lo que entonces significaba para nosotros que éramos niños. Recuerdo también que el citado José María compró y utilizó el primer motocultor que hubo en el pueblo y lo estrenó en una finca que entonces tenía en el Cotorro arriba del todo; lo recuerdo bien porque ese día también tuve la suerte de, al pasar por allí, poder ver entusiasmado cómo funcionaba ese aparatejo que para mi era una novedad, todo un acontecimiento y contemplaba cómo lo manejaba él, experimentando la maquinita.
Los dos hermanos citados  eran unos pioneros en el modernismo de entonces; unos avanzados en las tecnologías, pues también fueron los primeros en criar patos en una finca que tenían o tienen en la carretera haciendo esquina con el camino que va al Cotorro y que, los chavales de entonces observábamos con curiosidad como se bañaban en una especie de piscina-charca que recuerdo que hizo el tío Santos.
He conservado en mi memoria el positivo e impactante recuerdo que me dejaron los dos hermanos citados, cuando un día domingo o festivo, en misa, el cura, Don Leopoldo, como tenía por costumbre y dado su talante, desde el púlpito dijo que el domingo o festivo anterior, (no recuerdo en estos momentos si era domingo o festivo) habían estado trabajando y eso iba en contra de los principios religiosos; fue tal el ataque del sacerdote que, José María se levantó del asiento que ocupaba en la primera fila de los que estaban debajo de la tribuna, le dijo en un tono de voz alto, con energía y temple que, el domingo pasado también se habían estado arrancando  yerbajos en la huerta del cura y nadie se quejaba ni lo consideraba trabajo o un pecado. Se levantaron, él, su hermano y algunas personas más cuyos nombres no he guardado en la memoria, pero si recuerdo que fueron varias. Me pareció aquello de tal importancia que hasta me asusté un poco, pues a esa edad es normal en aquellas circunstancias; pero, en mi fuero interno me alegré de que hubiese alguien en el pueblo que le plantara cara a Don Leopoldo, pues su temperamento era muy fuerte y no resultaba fácil que nadie se opusiera a su voluntad, dadas las circunstancias.
Este evento fue muy comentado en el pueblo durante mucho tiempo y dejó una cierta estela que supongo que los de mi edad y un poco mayores que como es lógico ese día estarían en la iglesia a oír misa lo recordarán, dada su originalidad, pues, no era frecuente que nadie se enfrentara al cura y menos en la iglesia que por aquel entonces era algo impensable. Desde mi punto de vista, los dos hermanos eran unos ejemplares únicos, y muy valientes, pues en aquellas circunstancias, cualquiera no se plantaba ante el representante de la iglesia sin ser malmirado por la mayoría del pueblo y considerado un desalmado, por no decir algo más fuerte, dado el caciquismo de la época.

EL CORRAL DE CONCEJO
Los niños de mi época, recordaréis bien que cuando estábamos en la escuela y necesitábamos ir al váter, después de pedirle permiso al maestro para ir a hacer una necesidad, nos íbamos detrás de la  escuela, enfrente del Corral de Concejo (o corral del concejo) y allí estaba esperándonos la toilet más moderna de la época: sol, limpieza, discreción, agua corriente cuando llovía, etc. En aquel lugar tan original hacíamos de todo. A medida que te ibas acercando, ya se percibía el aroma embriagador en el ambiente. El papel higiénico de entonces, todos lo recordaréis: pura naturaleza. ¡Higiene a tope.....! Y, sin embargo, nadie se ponía malo por eso.
A mi me han quedado muchos recuerdos de esas vicisitudes o peripecias, -como las queramos llamar- que pasábamos cada vez que teníamos que ir al váter público. Recuerdo algunas veces que me quedaba contemplando la puerta de entrada al Corral de Concejo que quedaba enfrente del WC y me llamaba la atención la puerta, y sobre todo, su cerradura. Cerradura que la contemplé muchas, pero muchas veces porque me resultaba original la llave. Una llave de unos treinta centímetros de larga, hecha de madera, acorde con la cerradura que ere del mismo material, una especie de mazacote que era un objeto artístico poco fino pero robusto, con una ranura lateral por la que se introducía la llave al mismo tiempo que se empujaba un poco hacia arriba para mover los “ engranajes” internos que hacían de guardas junto a los rodetes también de madera, para que no se pudiera abrir, si no era con su propia llave hecha a medida por un artesano, a no ser que se utilizara la famosa llave ganzúa usada por los cacos de ahora; toda una obra maestra y artesanal. Esta llave, estaba siempre en poder del meseguero, que era el responsable del corral. En ese corral, en aquella época, se retenía arrestados a los animales que el meseguero había cogido en la hoja pisando o comiendo la mies, hasta que el propietario pagara la multa correspondiente por el estropicio causado por el animal, (otra cosa es que la pagara) permaneciendo allí el tiempo preciso para solventar la situación.
Ya desde muy pequeño me he sentido atraído por las construcciones de piedra y, la puerta de entrada al Corral de Concejo era un ejemplo de construcción rústica pero elegante y robusta, que, yo no sé si habrá ido al suelo o se conserva aún, pero que junto con otras construcciones cercanas al mismo en la calle que queda detrás, (Creo que es la calle del Corral Largo) conjuntan una armoniosidad típica de lo que es un  pueblo-pueblo bonito y elegante que debería conservar su originalidad. Esas sólidas, elegantes y robustas paredes de piedra viendo pasar el tiempo como la Calle de Alcalá sin inmutarse y conservando toda su belleza original, son un patrimonio muy importante aunque  infrecuente, que se debe mimar,  cuidar, conservar, y, sobre todo valorar en su justa dimensión.

PERSONAJES
Hay un buen número de personas de aquella época del pueblo de las que guardo un marcado e imborrable recuerdo. Por citar a algunas como son, Dn. Fabián el maestro, Dn. Leopoldo el cura, La Patro mi maestra de párvulos, mi ti Aquilino el del bar y salón de baile, la tía Petra la alguacila, Andrés “el Calzaparda”, polifacético como pocos, y una larga lista que sería improcedente citar aquí; sin embargo, quiero hacer una mención especial al tío Angel el panadero, más conocido como el “tío Angelin” peculiar personaje y original como pocos, inteligente donde los haya y gran persona; me atrevería a decir que era un pequeño gran gigante; pequeño por la estatura y gigante por su interior. Era un hombre al que por su afinidad con mi padre, tuve la suerte de hablar bastantes veces con él. Me trató como ningún otro hombre del pueblo, muy bien, con gran cariño, algo infrecuente entre las gentes de entonces,  hablaba conmigo y me daba consejos, que, en aquel entonces yo no entendía muy bien, pero que, con el paso del tiempo, me di cuenta de la calidad de aquel personaje tan especial y entrañable,así como del fondo que tenía. Algunas veces he pensado escribir un tema sobre él, pero los recuerdos que tengo, son sólo hasta el año 1.954 y, como son los de mi infancia, se quedarían muy cortos  para lo que desde mi opinión personal, se merece. Por eso me he abstenido de hacerlo, pero, no por falta de ganas; pues, a lo largo de mi vida me he acordado muchas, muchísimas veces de él. Era Genial, ¡ Único...! Y, aunque no soy partidario de los homenajes a título póstumo; vaya desde aquí mi personal homenaje, agradecimiento y reconocimiento, a tan singular personalidad.

EL BAILE.
No sé si recordarán algunos (hoy ya hombres muy mayores) del pueblo, que cuando éramos niños , debió ser por el año 1.953 o primeros de 1.954, que mi tío Aquilino nos permitió entrar en el salón a bailar los domingos durante un tiempo, hasta que se enteró Dn. Leopoldo, el cura, y raudo puso coto a tal despropósito, y le dijo al tío Aquilino que eso no podía ser; así que, se fastidió el tinglado, ya no nos dejó entrar más a bailar los domingos. ¡Menudos comentarios entre las beatas y compañía que se hicieron en el pueblo al respecto! Aquello era un sacrilegio, un auténtico escándalo. Unos niños que todavía no habían salido de la escuela, ir al baile.... ¿Dónde se ha visto esto....?, se comentaba. Recuerdo que éramos pocos los que íbamos al baile, posiblemente tres o cuatro, pero no recuerdo quiénes éramos y lo siento, pues, sería agradable comentarlo amigablemente después de tantos años. Supongo que, si alguno lee esto y era uno de ellos, lo recordará  anecdóticamente y se le escapará una sonrisa, pues la verdad, para aquellos tiempos, fue divertido, sobre todo ahora, poderlo recordar sin cortapisas ni chismorreos.
Luis


18 mayo 2012

AL VOLANTE


                                            
                                            EL CONDUCTOR (segunda parte)
                                            
                                            El tiempo de reacción.
El tiempo de reacción es variable, si bien fundamentalmente depende del conductor y de sus factores externos a él; en situaciones normales se mantiene dentro de ciertos límites que suelen ser entre medio segundo de tiempo y un segundo, aunque esto es teórico, pues en la práctica, generalmente se alarga más (bastante más). Son muchas las variables que influyen en su aumento, algunas veces supera en cuatro los tiempos citados como norma.
Son varios los factores que como veremos más adelante influyen en el incremento del tiempo de reacción haciéndole retrasar la respuesta del conductor a los estímulos que recibe. Este retraso, aumenta la peligrosidad en situaciones de emergencia que, es precisamente cuando se necesita más una respuesta coordinada, ágil y eficiente, toda vez que, mientras  el conductor no reacciona o reacciona tarde y mal, el vehículo sigue su trayectoria normal y a la misma velocidad, lo que puede representar consecuencias fatales según que casos.

Desde que el conductor percibe un estímulo que puede proceder de un obstáculo, una señal, un ruido , una persona, de nuestro vehículo, de los demás, etc., hasta que da una respuesta eficaz a ese estímulo, pasa un tiempo que se conoce como tiempo de reacción.

¿Qué es el tiempo de reacción?
Se considera tiempo de reacción, -o PIEV-,  el tiempo que transcurre desde la percepción de un estímulo externo, hasta la reacción coherente por parte del conductor.

Veámoslo detalladamente:
Si circulamos con normalidad por cualquier lugar e, inesperadamente nos surge algo extraño que altera nuestra normalidad; bien porque ha irrumpido algo o alguien en la cazada, porque el de delante gira o frena bruscamente sin avisar, por una fuerte racha de viento que hace tambalearse a nuestro vehículo, etc., nosotros nos percatamos de la situación y empieza el tiempo de reacción que se divide en cuatro fases (PIEV) pues bien: tan pronto el conductor ve con sus ojos lo sucedido, (o se percata mediante otro sentido), le transmite al cerebro íntegramente la película que ha presenciado; (fase de Percepción). El cerebro que es la mejor computadora del universo, procesa a velocidad vertiginosa los datos recibidos, (fase de Inteligencia) sin embargo, si bien esta fase es la más rápida, el tiempo de reacción depende fundamentalmente de la siguiente fase, que es la (fase de Emoción) pero el tiempo de duración de este proceso, depende de muchos y muy variables factores que afectan directamente a esta tercera fase. El estado de emoción que le afecte al conductor en ese preciso momento, será el que determinará la mayor o menor duración del proceso piev antes citado; pues, todas las personas nos vemos afectadas por múltiples cosas que inciden en nuestro estado de ánimo, haciendo que reaccionemos de una u otra forma. Cuanto más emocionada esté la persona, menos capacidad de reacción tendrá ante cualquier estímulo. Una vez superado el filtro de la emoción, la inteligencia da la orden de reaccionar y entra en acción la cuarta fase, que es rápida (la fase de Volición o voluntad), cerrándose el tiempo piev; momento en el que el conductor actúa sobre los mandos que correspondan a la actuación que requiere la situación planteada Ahora bien, la emoción, (también conocida como el filtro) que, produce una especie de aletargamiento neuronal relativo haciendo aumentar el tiempo de reacción que es lo que nos ocupa, porque merma la capacidad del conductor, puede ser causada por infinidad de motivos. Algunos de los factores son: La edad avanzada, emocionales, personales, preocupaciones, cabreo, irritación, la dichosa prisa, digestión de alimentos ingeridos, calor, frío, sueño, fatiga, (ya citada en la primera parte de este tema), alcohol, drogas, estupefacientes, alucinógenos, psicotropos, y un largo pero, muy largo etcétera.  Todos ellos influyen en el tiempo de reacción alargándolo, pero fundamentalmente, haciendo que en la tercera fase, la de emoción, se estanque por la influencia de estos agentes que la atenazan.
Lo expuesto hasta aquí sobre el tiempo de reacción, nos lleva a entender que cuanto mayor sea este, más espacio recorrerá el vehículo en ese tiempo sin que el conductor pueda hacer absolutamente nada para controlar la situación, pues la máquina como no piensa ni tiene reacción propia, sigue circulando a la misma velocidad mientras le va trabajando el cerebro a la que la domina. De aquí la necesidad de establecer una normativa que regule el comportamiento del responsable del vehículo, impidiéndole conducir en determinadas circunstancias que pudieran afectarle física o psíquicamente en el manejo del mismo, no permitiéndole reaccionar con normalidad.

Empezaremos por las comidas copiosas.
El ser humano necesita comer para vivir; pero para conducir hay que comer con moderación, poco, y nada de comidas fuertes que requieran una digestión lenta y pesada, durante la cual el conductor reacciona con lentitud. Durante la digestión de los alimentos ingeridos, el estómago para su mejor lubricación necesita una mayor afluencia sanguínea que en parte desciende de la cabeza, en detrimento del riego sanguíneo del cerebro que le tiene que ceder al estómago una parte de esa sangre que normalmente utiliza par sí, dejando a las neuronas con menor baño de sangre para su actividad, lo que hace que al tener menor riego de sangre, las neuronas reaccionen más lentamente y sean menos ágiles en su actividad, lo que a su vez, produce una reacción también más lenta y como consecuencia, un tiempo de reacción mayor; por lo que se hace necesario que las comidas sean ligeras  y de fácil digestión.

Las drogas.
Droga es toda materia prima de origen biológico que directa o indirectamente sirve para la elaboración de medicamentos.
Según la Organización Mundial de la Salud una droga es toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, puede alterar de algún modo el sistema  nervioso central del individuo que las consume. En el caso que nos ocupa, el conductor.
Los efectos de las drogas son diversos, dependen del tipo de droga y de la cantidad o de la frecuencia con la que se consume. Pueden producir alucinaciones, intensificar o entorpecer los sentidos, provocar sensación de euforia o desesperación, ambas son una total y absoluta negatividad para la conducción. Como consecuencia, queda prohibido conducir todo tipo de vehículos bajo los efectos del alcohol, drogas y estupefacientes o alucinógenos; incluso las bicicletas  y los carros o carretas, que están sometidas a las mismas normas de circulación que el resto de vehículos con y sin motor.
Cualquier tipo de droga modifica el comportamiento normal del conductor de tal manera que dificultan o impiden las complejas tareas de la conducción poniendo en peligro la seguridad vial y como es obvio, está prohibido.

El tabaco

Si bien la adicción al tabaco no tiene fácil solución e independientemente de las secuelas que deja en la salud de los fumadores, deteriorándola y dejando una larga y profunda negativa estela de degeneración; lo que aquí nos interesa es cómo le afecta al conductor como tal.

Es bien sabido que el tabaco contiene nicotina que produce efectos negativos para la conducción y para la salud; que hay una gran mayoría de fumadores de ambos sexos a los que les cuesta mucho dejar el hábito del tabaco y, al mismo tiempo son sabedores de sus consecuencias pero continúan fumando porque el vicio o la adicción les domina. A ellos principalmente va encaminado este apartado.
Además de los efectos de la nicotina (componente principal del tabaco) sobre el organismo y su repercusión en el conductor,  conducir mientras se fuma puede tener “otros inconvenientes”.
El tabaco afecta a la circulación coronaria y a las vías respiratorias, y puede producir somnolencia, que es uno de los mayores enemigos del conductor.
Si bien es cierto que resulta bastante difícil poder erradicar la costumbre de fumar en los conductores adictos a la nicotina, sí sería aconsejable que todos tomemos conciencia de que, en la actividad de la conducción, fumar mientras se conduce no es compatible con la seguridad que se requiere para dicha actividad.
Si tienen que efectuar un viaje largo, no deben fumar aunque el vicio les domine; como mal menor, en los viajes largos, háganlo en los descansos, en las áreas de servicio o de descanso en las autopistas y auto vías; teniendo especial cuidado de dónde dejan el coche estacionado mientras van al bar o al servicio, porque el otro servicio de vigilancia que establecen los amigos de lo ajeno, realiza su actividad con gran rapidez y pericia y, en menos que canta un gallo le limpian todo lo que hay dentro del vehículo, incluido el maletero, que, para eso son especialistas y hacen un master anualmente. Para estar al día. Este tema ya lo tocaremos en su momento, porque son muchos los modos de actuar de los cacos.

El Tabaco es especialmente peligroso cuando se conduce, porque entre otros muchos efectos, todos ellos negativos, disminuye los reflejos y la capacidad de reacción y, por consiguiente, repercute negativamente en la atención y en la toma de decisiones. Además, el humo de los cigarrillos irrita los ojos y contribuye al cansancio ocular del conductor. Por  lo tanto, fumar distrae; por lo que resulta razonablemente aconsejable, no fumar mientras se conduce, independientemente de lo que establezca la norma a tal efecto.

El Café y algunas infusiones excitantes.
El café, el té, y algunas bebidas e infusiones similares, contienen sustancias excitantes, poco o nada recomendables para la conducción si no se toman con moderación.
La cafeína es un estimulante psíquico y psicomotor que actúa sobre el sistema nervioso y los aparatos circulatorio y respiratorio e incide directamente sobre la corteza cerebral, afectando al ritmo y frecuencia cardiaca, y a la secreción de ácidos en el estómago, disminuyendo la capacidad de reacción del conductor.
No obstante, el café espabila el sueño, temporalmente disminuye la fatiga y aumenta la rapidez del pensamiento. Pero si se toma en exceso, puede influir negativamente en la conducción al producir excitación nerviosa. De todas formas, siempre que realicemos viajes largos o medianos, es recomendable tomar café de cuando en cuando sin excederse, pues para estos menesteres es un buen remedio y excelente consejero.

Los medicamentos
Existen medicamentos que crean dependencia (farmacodependencia) entre los que se encuentran los analgésicos, barbitúricos, tranquilizantes, etc., que actúan sobre el sistema nervioso central y pueden producir relajación, descanso mental, sueño, algunos como los estimulantes producen euforia, sensación de que se tiene más fuerza, retrasan la fatiga y hasta proporcionan un  gran agilidad mental, estimulando la competitividad, que en una segunda fase producen depresión, decaimiento, sueño, fatiga y temblores, lo que constituye un falso remedio para realizar largas y agotadoras jornadas al volante. Todo ello, sin contar con los sedantes para serenar los nervios que pueden producir sueño, relajamiento muscular y dificultad para  moverse y, que el      conductor, al ser adulto y responsable de sus actos debe tomar conciencia de lo dañinos que todos ellos son para el ejercicio de la conducción; por consiguiente, la influencia de algunos medicamentos es negativa y no se debe conducir bajo sus efectos por razones de  seguridad; porque, soportar el riesgo de una conducción ajena realizada sin las debidas garantías de seguridad, es una temeridad y no se permite conducir de forma negligente o temeraria.
Es al médico a quien se debe acudir para pedir información al respecto sobre los medicamentos que él prescribe a sus pacientes y quien debe informar si perjudican para la conducción. Además, debe leerse detenidamente el prospecto que acompaña a cada medicamento.

El alcohol
El alcohol etílico o etanol es una droga psico-depresora de carácter  sedante-hipnótico que como el resto de drogas actúa sobre el cerebro, incluso en pequeñas dosis tiene una influencia negativa y es causa de accidentes de tráfico muchos de ellos con resultado de muerte.
El alcohol es peligroso para conducir, porque, salvo una décima parte del alcohol ingerido que es eliminado por los pulmones y los riñones, el resto pasa directamente a la sangre, se extiende por todo el organismo, afecta negativamente al cerebro y a la vista, especialmente, y perturba las aptitudes del conductor.
Si bien es cierto que la mayoría de países tratan de concienciar a los conductores de los peligros que supone la ingesta de alcohol y aquí en el nuestro también han sido frecuentes, intentando por parte de la DGT, que cumplamos las normas establecidas al efecto, se echan a faltar campañas de formación, no de información así como cursos de reciclaje de carácter obligatorio para conductores con una antigüedad en el permiso de conducir con más años que Cascorro, a los que las normas y señales que aprendieron en la autoescuela, no es que se le hayan olvidado, sino que se le han oxidado de tal manera que les resultan inservibles, y vendría bien una puesta a punto a la inmensa mayoría por el bien de todos; y, esto, no resulta ni caro ni difícil.

La alcoholemia.
 Investigación de la alcoholemia.
La alcoholemia es la cantidad de alcohol que existe en la sangre y la tasa de alcoholemia, medida en gramos por litro, el número de gramos de alcohol que contiene en un litro, es decir en mil centímetros cúbicos de sangre.
La tasa de alcoholemia o concentración de alcohol en sangre se puede determinar analizando el aire espirado o la sangre. Para medir dicha tasa es necesario someter a la persona a unas pruebas, que se denominan pruebas de alcoholemia.

Personas obligadas. (texto literal de la LSV.)

Todos los conductores de vehículos y bicicletas quedan obligados a someterse a las pruebas que se establezcan para la detección  de las posibles intoxicaciones por alcohol. Igualmente quedan obligados los demás usuarios de la vía cuando se hallen implicados en algún accidente de circulación.

Los agentes de la autoridad encargados de la vigilancia del tráfico, podrán someter a dichas pruebas:

a) A cualquier usuario de la  vía o conductor de vehículo implicado directamente como posible responsable en un accidente de circulación.

b) A quienes conduzcan cualquier vehículo con síntomas evidentes, manifestaciones que denoten o hechos que permitan razonablemente presumir que lo hacen bajo la influencia de bebidas alcoholicas.

c) A los conductores que sean denunciados por la comisión de alguna de las infracciones a las normas de circulación contenidas en el  RGC.

d) A los que, con ocasión de conducir un vehículo, sean requeridos al efecto por la autoridad o sus agentes dentro de los programas de controles preventivos de alcoholemia ordenados por dicha autoridad. (Hasta aquí lo que establece el artículo de la LSV, relacionado con el tema)

¿De qué dependen los efectos del alcohol?

Los efectos del alcohol dependen de factores personales y de las modalidades de ingestión. Citaremos algunos de ellos:

El proceso de difusión del alcohol en el organismo, que es muy diferente de unas personas a otras, y depende de la proporción de los tejidos del organismo.

La sensibilidad de cada persona. Hay unas personas más sensibles al alcohol que otras.

La corpulencia o peso. Normalmente,  a menos peso los efectos del alcohol son mayores.

Las circunstancias del momento. La fatiga, la emotividad, la angustia, la ingestión de algunos medicamentos ( ¡ojo con los medicamentos !), el ayuno, el embarazo, etc., aumentan los efectos del alcohol

La edad. Las personas menores de 25 años y los mayores de 60 son más vulnerables al alcohol.

El hábito o costumbre. La persona que bebe habitualmente pequeñas cantidades, es decir, con moderación, tarda más en sobrepasar el límite de seguridad que la que bebe solo de manera ocasional.

Los efectos del alcohol dependen:
De la cantidad de bebida que se tome. De la mayor o menor concentración de alcohol que contenga cada tipo de bebida. De que se tome en ayunas o durante las comidas. Del ritmo de ingestión, es decir, de que se tome rápidamente o a intervalos.
No me parece oportuno reflejar aquí todos y cada uno (pero citaré los más importantes) de los efectos que el alcohol produce en el organismo humano, pues todos somos sabedores de que son negativos, y de que, todo conductor tiene que ir transformando los estímulos que recibe del entorno en acciones concretas sobre los mandos del vehículo, que se traducen en actos tales como pisar los pedales, girar el volante, etc. Sin embargo, ese mecanismo tan sencillo, queda profundamente perturbado por los efectos del alcohol, que produce en el conductor un estado de euforia, seguridad, optimismo y confianza en sí mismo que le llevan a sobrevalorar sus propias capacidades por un exceso de confianza en sí mismo, despreciando el peligro que su estado supone; le aumenta considerablemente el tiempo de reacción, tiene una reducción del campo visual y una incorrecta apreciación de las distancias, velocidades y modificación de la valoración del riesgo con la consiguiente   posibilidad de que se produzcan accidentes.
Lo citado hasta aquí, relacionado todo ello con el tiempo de reacción, está, en parte supeditado  a que el conductor lleve la atención concentrada o difusa. Si el conductor concentra su atención siempre en la parte delantera de su vehículo sin abandonar la de la zona de incertidumbre, podrá, ante cualquier emergencia que le surja, reaccionar con mayor rapidez, pero cuando la atención está difusa en comprobar lo que nos rodea, la reacción siempre es más lenta.
                    Si un conductor  que termina de conocer a una chica que le atrae, (ejemplo de la foto de la izquierda del cartel de una película que ilustra esta página, cuyo título es bastante significativo) la acompaña hasta su casa donde piensan pasar una velada más o menos amena; durante el recorrido, hasta llegar al lugar deseado, éste se distrae un tanto en contemplar la belleza de su acompañante, sus estilizadas piernas o el original diseñado del escote de su vestido, restando la atención debida a la actividad que realiza; pues otra actividad futura le ocupa parte de su pensamiento, se la opaca y le aleja  parte de la atención que necesita prestar para conducir con seguridad y estar ojo avizor a las incidencias de la conducción. Pero, tampoco es necesario ir bien acompañado para distraerse y restar atención a la conducción, como lo demuestra la conductora de la fotografía de la derecha, que si tuviera que reaccionar ante cualquier emergencia, su tiempo de reacción sería bastante mayor dada la actividad que va simultaneando con la conducción
Si bien,  todos los conductores/as han sido o son (somos ) afectados por distracciones de ese tipo; no por ello debemos relajarnos cuando conducimos  y pensar en lo que nos espera al llegar con lo que llevamos, sino, pensar en lo que nos espera si por distraernos, no llegamos, que, eso sería peor. Por muy hermosa que sea la persona que nos acompañe y grata su compañía; la conducción requiere para una mayor seguridad, olvidar por un momento lo futuro y, por el bien de todos, pensar en el presente: la seguridad de la conducción.












11 mayo 2012

ALLÍ

                  Allí, donde se junta el mar y el Cielo,
                  donde el sol acaricia la montaña
                  donde el agua del río esculpe la ribera,
                  y donde se cobija el pastor en su cabaña.
                  Allí donde la luna ilumina el arroyo
                  y canta la alondra en primavera,
                  donde mi mano en tu hombro suave apoyo,
                  y, donde pasta el cervatillo en la pradera.
                  Allí, donde se juntan las estrellas,
                  allí, donde los mares se unifican,
                  allí, donde las olas desvanecen,
                  y allí donde las golondrinas nidifican.
                  Arriba en la cima del gran monte,
                  donde el Sol se oculta en el crepúsculo,
                  y resplandece etéreo el horizonte,
                  ¡me siento tan pequeño, tan minúsculo...!
                  Allí es donde en ti mi pensamiento
                  sin saber por qué, ni cómo y cuándo,
                  allí, sin que cese ni un momento,
                  en silencio voy tu nombre recordando.
                  Porque, allí, donde la vida es ilusión,
                  donde el viento te acaricia con dulzura,
                  tu cuerpo es como pétalo de flor
                  que quisiera acariciar con gran ternura.
                  Donde el  águila vuela en las alturas,
                  y la nube adquiere bella forma
                  simulando hermosas esculturas,
                  mi voz en silencio a ti te nombra.
                  Allí, donde la luz del sol radiante,
                  nos calienta y al Planeta le da vida,
                  allí es donde me siento caminante,
                  caminando hacia ti de noche y día.
                  Donde el agua cristalina del riachuelo
                  sacia la sed del ave fatigada,
                  y la hierba y sombra le dan consuelo,
                  yo te veo en mi mente reflejada.
                  Allí, donde en la noche callada
                  con cariño y con desgarro llama el indio
                  con un grito salvaje a su amada;
                  mi voz, mi grito y mi desgarro están contigo.
                  Donde Arcángeles y Querubines con sus trompetas,
                  entonan deliciosas melodías,
                  es allí, donde quisiera como ofertas
                  despertarte dándote los buenos días.
                  Y, donde el ave a sus hijos les protege,
                  cubriendo con sus alas todo el nido;
                  es allí, donde quisiera centrar mi eje,
                  y decirte el porqué, hasta aquí he venido.


05 mayo 2012

AL VOLANTE

                                            EL CONDUCTOR (primera parte)
En la circulación como ya comentaba en los temas anteriores, intervienen tres factores: El humano, la vía y su entorno, y el vehículo. Los dos últimos como es lógico, son inanimados y están supeditados al factor humano que es el único con capacidad de pensamiento y sentido común.
Todo vehículo en movimiento que circule por cualquier vía de uso común necesita un conductor para su control si queremos que la circulación sea ordenada y segura, toda vez que la vía hay que compartirla en igualdad de derechos y deberes con el resto de usuarios y, de momento, no hay posibilidad de sustituirlo por un robot.

Conductor
La LSV. considera conductor a toda persona que, maneja el mecanismo de dirección o va al mando de un vehículo, o a cuyo cargo esté un animal o animales. En vehículos que circulen en función de aprendizaje de la conducción, es conductor la persona que está a cargo de los mandos adicionales -el profesor-. Se exceptúa de este concepto a quienes empujen o arrastren un coche de niño o de impedido o cualquier otro vehículo sin motor  de pequeñas dimensiones, los que conducen a pie un ciclo o ciclomotor de dos ruedas, y los impedidos que circulen al paso en una silla de ruedas, con o sin motor. Todos ellos, se consideran peatones.
El conductor es un procesador de información constante, lo que, a su vez,  le exige una ágil y también   constante atención en todo su entorno y no solo en las zonas de riesgo e incertidumbre.
Para que el conductor pueda controlar todas las variables que se le presentan en la circulación y actuar adecuadamente con su vehículo, necesita una información precisa de cuanto le rodea, para lo cual, es necesaria una adquisición de la misma para una conducción segura. Esta información procedente del entorno la obtiene fundamentalmente a través del sentido de la vista y el oído; y, de sus condiciones psicofísicas y de la capacidad y estado del vehículo y la vía, dependerá que pueda responder adecuadamente a las constantes variables y circunstancias que afectan a la circulación viaria; para lo cual, se requiere también un adecuado

Estado físico del conductor 
La conducción es una actividad compleja que requiere un considerable potencial de energía y exige una adecuada puesta a punto de los mecanismos psicofísicos del conductor; por esa razón, para la obtención de la Licencia o permiso de conducir se debe someter previamente a unas pruebas de aptitud física y psicofísicas, además de requerirle unos conocimientos tanto teóricos sobre las normas de circulación y señales de tráfico, como del domino y control del vehículo de lo que será la futura realidad como futuro conductor de un vehículo automóvil por cualquier vía abierta al tráfico en general que, al ser de uso común, deberá compartir con el resto de usuarios en igualdad de derechos y deberes.
No voy a entrar a detallar aquí todas y cada una de las pruebas y requisitos que establece la ley al efecto, porque, no ha lugar y corresponde a los Centros de reconocimientos Médicos y a la DGT.
Si bien es cierto que para la obtención del permiso, todos sabemos que debemos superar unas  pruebas físicas y psicofísicas sin las cuales no hay permiso de conducir para nadie, no es menos cierto que con el inexorable paso del tiempo ambas capacidades van disminuyendo, lo que da origen a que debamos superarlas nuevamente con determinada periodicidad para comprobar que seguimos con las aptitudes mínimas exigidas por la normativa vigente; es el caso del reconocimiento médico que debemos pasarlo en función de la clase de permiso que tengamos y de la edad del conductor; o sea, lo que se entiende por renovar el permiso de conducir consistente en un simple reconocimiento y pagar la correspondiente tasa al Estado. Independientemente de esta revisión obligatoria, hay otros factores que influyen en las aptitudes del conductor que, en ocasiones se ven afectadas por circunstancias adversas que le afectan de forma negativa y hacen que la conducción sea peligrosa porque hacen disminuir con carácter temporal las facultades del conductor poniendo en riesgo la seguridad del propio conductor y del resto de usuarios de la vía, por lo que hay que tenerlos presentes y actuar en consecuencia.

Los factores que hacen disminuir las facultades transitoriamente son:
La fatiga, la disminución de la atención o vigilancia permanente, el sueño, las drogas, el tabaco, el alcohol, todo tipo de estupefacientes, alucinógenos y  psicotropos, que, si bien individualmente  generan un peligro cierto, la mezcla de varios aumenta progresivamente la pérdida de las facultades mínimas que se requieren para poder conducir con seguridad. Veamos:

La fatiga
La conducción, como todo trabajo exige un esfuerzo físico y psíquico. Cuando este esfuerzo se realiza de forma continuada durante varias horas de conducción, el conductor se siente cansado, la fatiga se apodera de él y lo domina; por lo que se hace necesario no continuar la actividad por razones de seguridad como es obvio, porque la fatiga genera un descenso en la capacidad del rendimiento del conductor.

La fatiga puede ser: física, visual y psíquica.

La fatiga corporal-física-, generalmente no suele afectar mucho en la conducción, porque el esfuerzo físico-muscular que requiere la conducción no es muy acusado, ya que tanto los brazos como las piernas no se ejercitan gran cosa y la permanencia prolongada al volante, lo que causa, es más bien anquilosamiento debido a la escasez de ejercicio, si bien, una mala colocación del cuerpo en el asiento en una conducción prolongada, favorece el cansancio físico, lo mismo que una mala postura de las manos al volante, porque los músculos no están relajados como requiere la conducción y que ya expondremos en su momento en el tema de “las manos al volante”.

La fatiga visual, sí que se acusa muy negativamente cuando llevamos conduciendo más de dos horas ininterrumpidamente. El esfuerzo que le exigimos a los ojos en la conducción va produciendo paulatinamente pero progresivamente un agotamiento de la vista que nos disminuye la capacidad de captación de los estímulos que nos rodean.
El ojo y el oído son las antenas a través de los cuales se captan la mayoría los estímulos del entorno que son fundamentales para la conducción.
Los ojos son el órgano del sentido de la vista, por eso, no solo es necesario ver, sino ver bien y saber ver con anticipación y rapidez para transmitir los estímulos recibidos y enviárselos al cerebro y que este los procese a su debido tiempo; así pues, no basta solo con mirar.
La fatiga visual, distorsiona el llamado campo visual y, para poder conducir con seguridad es necesario poder ver con nitidez no solo al frente, sino también a los costados y por detrás a través de los correspondientes espejos retrovisores que deberán estar siempre bien limpios y reglados si queremos percibir bien los peligros que en le entorno se nos presenten en la conducción.
Este tipo de fatiga aumenta la peligrosidad en la conducción nocturna -también trataremos este tema aparte- y se hace necesario un tiempo de adaptación para que los ojos se puedan acomodar a la oscuridad porque se hace más difícil la percepción de los objetos y obstáculos; por esa razón, es necesario mantener bien limpios, reglados y en perfecto estado de funcionamiento los faros, parabrisas y limpiaparabrisas; entre otras cosas, para evitar el deslumbramiento del que ya hablaremos cuando tratemos el tema de la conducción nocturna anteriormente citado.

La fatiga psíquica.
La suma de la fatiga física más la visual nos da como resultado la fatiga psíquica que es la que nos distorsiona la captación de todo tipo de estímulos. El cansancio, la somnolencia provocada por una comida copiosa, conducir con el estómago vacío, fumar en exceso, algunos medicamentos, la calefacción del vehículo, el calor, el frío, la monotonía de la carretera que genera aburrimiento, la soledad, etc., son factores que hacen aparecer la fatiga más pronto. Esta fatiga que va acompañada de una cierta inquietud que hace que el conductor además de estar torpón, se ve en la necesidad de mover las piernas, cambiar de posición, frotarse los ojos, etc., conlleva un error en el cálculo de las distancias con la peligrosidad que entraña esta circunstancia. Tan pronto notemos el primer síntoma, es imprescindible parar; seguir en esas condiciones es una temeridad  e irresponsabilidad por parte del conductor. La idea errónea de que para lo que me falta, yo puedo aguantar, sin lugar a dudas, nos lleva directamente al accidente porque este tipo de fatiga hace disminuir muy mucho la atención y la vigilancia por parte del conductor.

Algunas precauciones para retrasar la fatiga:
Tener especial cuidado con las comidas y bebidas que se toman durante la conducción; pues, tan perjudiciales son las comidas copiosas, como conducir con el estómago vacío. Se debe comer moderadamente, con sobriedad y tomar alimentos ligeros de fácil digestión. Comer varias veces en pocas cantidades es una buena medida para retrasar la fatiga. Tomar frutas en vez de comidas abundantes, tomar café de cuando en cuando mantiene despierta la vigilancia. Evitar las bebidas alcohólicas aunque sea en ínfima cantidad así como las que producen excitación. Las bebidas que mejor sientan al conductor son las infusiones, refrescos y agua mineral.
Una buena medida de precaución es mantener el habitáculo ventilado, tanto de día como de noche, si hace calor como si hace un frío polar. Independientemente de que nuestro vehículo esté provisto de calefacción, aire acondicionado o cualquier tipo sistema de refrigeración-calefacción, el vehículo hay que ventilarlo cada cierto tiempo y renovar el aire totalmente durante al menos uno  o dos minutos aunque proteste la suegra como de costumbre; para ello, abriremos no una ventanilla, sino dos, las dos del mismo lado, nunca una sola. Ya sé que si hace frío o llueve no apetece gran cosa, pero la seguridad es lo primero. Si es necesario, se busca un lugar adecuado para detenernos unos instantes y reanudar la marcha una vez efectuada la renovación del aire del habitáculo. Aprovechamos para dar un paseo, estirar un poco las piernas, realzar algún ejercicio para revitalizar la circulación sanguínea y paliar en lo posible el típico dolor de espalda y cuello que suele  producir la conducción continuada.
Si con estos remedios caseros no logramos recuperar la atención y mantenerla; sólo queda una solución: Dejar de conducir.

El oído
El sentido del oído nos permite percibir los sonidos, su volumen, tono, timbre y la dirección de la cual proceden. Las vibraciones sonoras son recibidas por el oído y esas sensaciones son transmitidas al cerebro que las procesa. En el oído se encuentran terminales nerviosas que reciben información acerca de los movimientos del cuerpo, ayudando a mantener el equilibrio del mismo, imprescindible para la conducción.
Hay deficiencias o enfermedades del oído que pueden ser corregidas, otras no, las personas que las padecen no pueden obtener permiso o licencia de conducir ordinario, pero sí un permiso  o licencia en el que se hace constar la deficiencia que padece el titular y las adaptaciones que precisa.
Determinadas circunstancias hacen que transitoriamente se pierdan parte de las facultades auditivas, motivadas por resfriados, gripe, etc., que tiene una incidencia negativa en la conducción, por lo que es aconsejable que, si se va a conducir en esas condiciones, se deberán tomar las precauciones necesarias para que dicha circunstancia no le afecte negativamente al resto de usuarios de la vía. Si la afección es muy acusada, deberá abstenerse de conducir hasta que se retorne a la normalidad.

El sueño
El sueño es una actividad que resulta imprescindible para un adecuado funcionamiento psicofisiológico y no dormir durante periodos largos o dormir menos de lo necesario, puede llegar a producir graves trastornos  y ser causa de importantes desajustes en el comportamiento humano, porque mientras se duerme, este, aprovecha para recuperarse del desgaste diario y para que descansen los centros nerviosos y tejidos musculares y si no se duerme lo suficiente, el organismo racionará con una serie de desajustes altamente peligrosos para la circulación.
La función del sueño, todavía es la más misteriosa del ser humano. Se trata de una función muy importante y reconfortante, pues cuando estamos durmiendo el cuerpo descansa aunque el cerebro se activa más  que si estuviéramos  despiertos. Tal es así, que durante toda la vida el ser humano pasa seis años soñando, lo que nos da una idea de la importancia del sueño.
El sueño hace una puesta a punto del cuerpo y sin esta recuperación el cerebro no podría hacer sus funciones que son esenciales e imprescindibles para la conducción.
Las personas que tienen trastornos como son las que tienen problemas para mantener un horario regular del sueño, deberían considerar la posibilidad de no conducir en aquellas circunstancias en las que sabedores de su problema, puedan con su experiencia tener conocimiento de cuando el sueño les afecta más y abstenerse de hacerlo.
Algunos desajustes del sueño son motivados por los cambios horarios o circular por zonas de horarios distintos, trabajos por turnos en horarios rotativos, particularmente los que trabajan en las noches, son más propensos a la somnolencia mientras conducen, pues todo desfase horario va acompañado de un desajuste más o menos agresivo en nuestro organismo que se acusa en la conducción continuada.
Si se va a conducir durante un largo periodo de tiempo, no comer en exceso, las digestiones largas producen somnolencia y aumentan el tiempo de reacción, (ya lo veremos en la segunda parte) mejor comidas ligeras. Conducir solo cuando se esté descansado. No hacerlo nunca cuando se sienta fatiga o sueño. Utilizar ropa y calzado cómodo. Nunca ropa ni calzado apretado.
La persona que tome algún medicamento debe asegurarse de que no afecta a su capacidad para conducir y, en caso contrario, no hacerlo.  
El sueño, generalmente se presenta solapadamente y casi no se notan sus síntomas al principio; no avisa, sin embargo, actúa implacablemente y dominando a toda persona, nadie lo puede vencer, es el más fuerte, por lo tanto, no tratar de combatirlo porque la batalla está perdida. A los primeros síntomas que se aprecien hay que parar, sin más, porque el sueño, cuando se presenta, es uno de los mayores enemigos de la conducción y, siempre sale victorioso.

¿Cómo afecta el sueño a la conducción?
Entre algunos de los efectos negativos de la aparición del sueño en la conducción podríamos citar los siguientes:
Disminución de la capacidad de reacción y como consiguiente, un mayor tiempo de reacción por parte del conductor Alteraciones motrices. Distracciones. Disminución de la concentración. Disminución de la capacidad de recepción por lo que son necesarios estímulos más altos de lo normal para que puedan ser captados. Alteración de la percepción, se capta e identifican peor los objetos del entorno. Se hace más difícil la rectificación. Menor control sobre el vehículo. Se altera la percepción de la profundidad y del tiempo. Alteraciones del comportamiento porque aumentan las confusiones y el número de errores. Las personas se vuelven más tensas, nerviosas y agresivas: todo ello, da origen a la aparición de conductas más arriesgadas de lo normal.

 

Algunas recomendaciones:

Realizar descansos frecuentes para evitar la monotonía. Mantener el habitáculo bien ventilado. Tomar café con frecuencia durante el viaje. Mojarse la cabeza y los brazos. Meter los brazos debajo del grifo de forma que el agua empiece a caer por encima de los codos y mantenerse un buen rato en esta actitud, ayuda bastante. Caminar y si es de noche pasear la vista por el firmamento repetidas veces, pero sin necesidad de contar todas las estrellas. Conversar con los compañeros de viaje. Si no tenemos compañía, un remedio casero muy eficaz es cantar; cantar con alegría y en tono alto y con dinamismo pero sin superar a Plácido Domingo. Nadie se duerme mientras está cantando; no dejar de cantar retrasa la aparición del sueño. Esto que puede parecer una tontería, es de una gran eficacia en estos casos. Y, si ninguno de estos remedios evita la insistencia del sueño; no dudarlo, parar inmediatamente ( ¡ojo! Con los cacos al parar ) en un lugar seguro y descansar; a veces descabezando un sueño apoyados al volante es suficiente para continuar el viaje si estamos cerca de nuestro destino, de lo contrario, dormir plácidamente y como dice el refrán, mañana será otro día.